LA ZONA Rodrigo Pla, 2007
ESTRENO COMERCIAL
80/100
Cuando la ambición yace en cada escena, se esconde un comentario social y siguiéndolos un thriller riguroso que busca entretener. La estética del filme, las maravillosas actuaciones y su intencionada torpeza se interponen a la decadencia del guion en los últimos segmentos donde en efecto pisa el terreno del melodrama hollywoodense. El director debutante parece presentar sus victimas y victimarios con una lupa a máxima resolución, llevando casi todo a terreno extremo. Pero en ello se ampara con metáforas y cuestionamientos morales que son bien calibradas y donde hay objetividad, aun si esa imparcialidad entre los personajes padezca de cursilería.
Una secuencia inicial de hallazgos venenosos, de anticipación y tensión acompañada por una partitura lenta y obscura. También notable es su posición hacia los niños y jóvenes uniformados (y no solo uniformes de escuela) que residen en la zona. Son parte de ella, participan de un modo o de otro, son la mayor motivación para sacrificar el mundo atrás de esas paredes altas espinadas y vigiladas por cámaras de seguridad. Los habitantes de este “paraíso” son una minoría, aplican sus propios códices y regulaciones en todos los sentidos. Mantienen una pequeña paleta de colores para sus hogares, buscan el orden que la democracia exterior no les puede ofrecer.
Las decisiones de su escritora Laura Santullo (esposa del director) parecen desviarse del discurso social, empieza una odisea donde la moralidad es manejada en su mas intensa expresión (enojo), una clásica fabula al “ojo por ojo…” La constante llegada y ausencia de la luz señala el contraste de posiciones entre los vecinos, así como el poco entendimiento entre sus habitantes y aquellos que al adentrarse en la zona encuentran un idioma de impunidad y delirio.
La cinta es tan moderna como la tecnología que vigila cada calle de la lujosa zona residencial. Una edición trascendental, y una fotografía notable (especialmente en la escena de los chavos corriendo en un campo jugando a los soldaditos). Las actuaciones son impactantes, interesante que las caras mas conocidas son las mas desapercibidas (Verdu & Giménez Cacho), los jóvenes Daniel Tovar y especialmente Alan Chávez (nominado al Ariel) se lucen entre el festín de actores de moda. También el justamente nominado Mario Zaragoza, en un papel totalmente diferente con el que nos convenció en Desierto Adentro, también del director México-Uruguayo. Y aunque Mayra Serbulo tiene un papel de cuadro muy pequeño, entiendo la admiración de la academia mexicana. La última escena de Serbulo es una de las escenas más conmovedoras que veamos este año.
Un debut notable, con decisiones inconscientes y tal vez poco creíbles, pero que funcionan en un thriller que desde su apertura se presenta como un argumento crudo y desolador.