Morirse en domingo
De: Daniel Gruener
México, 2006
DVD
75/100
Como si fuese un coleccionador de clichés del cine mexicano, el morboso de Daniel Gruener recolecta estas tendencias y las emplea de forma efectiva en su apenas segundo largometraje. Una película ambiciosa, que en otras manos se hubiese hundido en la mediocridad. En cambio, Gruener nos adentra a una producción estéticamente hermosa, una historia suficientemente tierna y chusca para ser apreciada como cine de humor negro. México, en los ojos de extranjeros es conocido por su forma poco convencional de aceptar la muerte como una fase más.
Gruener presenta el insólito universo del trafico de cuerpos, un mundo en el que “los muertitos contribuyen mas que los vivos”, otra forma de contrabando y una posible forma de escape para quien decida renovar su libertad o correr de la justicia. Afortunadamente, la película no se estanca en política, estudia la moral y madurez de dos hombres con mucho peso en sus espaldas.
La historia involucra a un joven, con una inmadurez evidente que no le permite aceptar su gran tristeza de perder a su tío, a quien se le ocurrió morirse en un domingo. Su padre le ordena hacerse cargo de la cremación del cuerpo, una responsabilidad que pesa demasiado para su protagonista Carlos (Humberto Bustos). Es ahí donde el efectivo guión de Antonio Armonia hace acto de presencia. La cremación de un cuerpo no es la forma tradicional de disposición de un cuerpo. El acto es macabro, poco evangélico, la idea de deshacerse de un cadáver por medio de ardientes llamas no permite a Carlos quedarse durante la cremación. Sin saber que el destino del cadáver no es el fuego de la cremación, ni la descomposición tardada de un entierro. El destino del cadáver es un ultimo recorrido que pareciera su tío tenia en mente, su modo chispeante de hacer madurar a su sobrino, entre ellos existía una relación de padre e hijo. Una conexión necesitada por ambos, pero que el joven no logra apreciar a pesar de la poca confianza que sus padres y hermana le tienen.
Son esos primeros minutos los que dan fortaleza al resto de la historia, la cual llega a ser repetitiva pero que también aprovecha el personaje de Joaquín (Silverio Palacios). La persona encargada de cremar el cuerpo, y quien ofrece ‘trabajitos’ a poderosos personajes que quieran emplear la ya conocida frase, “No estaba muerto, andaba de parranda.” Para poder cubrir sus trampas, Joaquín se ve forzado a matar perros callejeros y usurparlos como las cenizas de seres queridos como el tío de Carlos. La historia es verdaderamente profunda, nunca pinta a la muerte como una celebración ni mucho menos la acepta, al menos sin antes exponer ese sentir al miedo y al dolor. Ya conectándose de esta forma con el espectador, la cinta puede presumir de un humor acido.
Morirse En Domingo también posee con un trabajo excepcional en la actuación. Silverio Palacios se ha posicionado como uno de los mejores actores Mexicanos en los últimos años, tal vez el segundo mejor después de Damián Alcázar. Al final, la cinta se la lleva Humberto Bustos, en una actuación tan notable que debería traerle proyectos al por mayor. La película participo en el Festival de San Sebastián y desafortunadamente paso casi desapercibida en la taquilla mexicana.