El cine regio pocas veces se ha visto tan esplendido, la opera prima de René Villarreal se presenta con escasos diálogos y se entrega a si misma por medio de la cumbia; posiblemente el genero musical mas aceptado en México. El sonido de Colombia ahora integrado a la música popular mexicana, esta vez enmarcando a una juventud que va desmenuzando el fonograma y personificándolo, haciéndolo suyo. Cumbia Callera es un baile bien coreografiado sobre un triangulo amoroso entre la guapísima Cori (Fernanda García, sabrosa), el creativamente voyeur Neto (Oliver Cantú) y el malandrín Guipiri (Andul Zambrano). La cinta es mas que un retrato de los llamados morros, cholos o chuntaros que gustan de la música Colombiana.
Un juego de seducciones que se va desenmascarando en la sensualidad de Cori, y va coordinadamente perseguida por dos galanes en celo. Se suma una deliciosa trama de cenicienta urbana que le otorga a su personaje una inocencia a primer vista ausente, haciendo a la musa aun mas completa y quitándole cierta soberbia por auto-reconocerse como una ‘morra’ incansable. El colapso entre las tres partes resulta intrigante; un aspirante con ligue casi primitivo al ser tan auditivo y otro que apuesta por los visuales otorgados por su cámara de video que filma a todo momento. El desemboque sexual se hace presente y agradecemos la valentía del director que filma con precisión escenas eróticamente inspiradas en la música que los acompaña.
Cumbia Callera es un filme de emociones, donde lo verbal pasa a segundo renglón y encuentra en la cumbia y sus sonidos hermanos (champeta, vallenato, porro) un lenguaje fervoroso que pueda quizás encontrar un balance de gozos entre los tres participantes. La ciudad de Monterrey es también personaje clave y cómplice; les otorga asoleadas caminatas a beneficio y les complica en más de una ocasión el festín musical. Aunque no lo manifiesta directamente, la cinta parece defender a una comunidad influenciada por Colombia, negándose a catalogarla como tribu urbana y dejando intacta su identidad Mexicana. En Monterrey hay espacio para Ramón Ayala (El rey del acordeón) y para Celso Piña (El rebelde del acordeón).
El musical también encuentra en el grafiti un aliado visual que solo aumenta la refrescante propuesta del debutante. El director de fotografía Antonio Beltrán Hernández realiza un esplendido trabajo que se aleja de conformismos y que es particularmente asombrosa en el memorable encuentro de diversos sectores, descubriendo a la música como un común que deben respetarse. El simple hecho que Cumbia Callera nos muestra un universo existente pero desconocido para la mayoría la eleva en contenido. La afinada mirada de su director, el entono de su producción y su espirito documentalista hacen del “musical mudo” una de las mejores producciones mexicanas que hemos visto este año.
Cumbia Callera sigue disponible en la programación de HBO Latino para los residentes de Estados Unidos. Pronto también estará disponible el DVD de las manos de Venevisión. Continúa en cartelera en Monterrey expandiéndose a la capital el próximo fin de semana.